que sueño
es una mentira,
una mentira que mantengo
para olvidar el seno
destrozado que mancilló mi cuerpo
enredado en las lamas del charco
que me ensucia,
y no he de volver a cantar sobre esa rosa,
ni decir que me envuelve una bronceada rama
mi cuello.
El pelo oscuro me da el vigor que los conejos tienen
al procrear,
el beso al aire el brillo de la ondulación de los
cuerpos
que estoy mirando,
me sugieren arrebatar el filo del dios más triste
para dárselo al músculo feble,
una ruina me brota en cada instante
para lucir metálica y viril,
no se trata de un cerebro hábil,
sino por la taurina ola del pecho cercenado
es que me alimento
con el vaho de su crin.